En el amanecer del primer día
miré al cielo y creí verte.
Estabas sonriente y esplendida,
como una flor recién nacida
cuyo aroma envolvente repartía.
Tu luz refulgente secaba mi lágrima
y sentía sobre mi piel tu caricia,
tu aliento mis labios tocaban
como la brisa toca el mar en clama,
crucé tu mirada con la mirada mía
y dos almas gemelas se enlazaban.
Oía tus palabras dentro de mi corazón,
como si fueran versos de campanas
que con su replique dicen sonatas
a la vez parecen que piden perdón.
Hasta hoy no sabia que decirte,
a lo mejor ya me oías sin hablarte,
cual miedo a que me rechazaras
cuanto ansiaba que me abrazaras.
Suerte…
miré al cielo y creí verte.
Estabas sonriente y esplendida,
como una flor recién nacida
cuyo aroma envolvente repartía.
Tu luz refulgente secaba mi lágrima
y sentía sobre mi piel tu caricia,
tu aliento mis labios tocaban
como la brisa toca el mar en clama,
crucé tu mirada con la mirada mía
y dos almas gemelas se enlazaban.
Oía tus palabras dentro de mi corazón,
como si fueran versos de campanas
que con su replique dicen sonatas
a la vez parecen que piden perdón.
Hasta hoy no sabia que decirte,
a lo mejor ya me oías sin hablarte,
cual miedo a que me rechazaras
cuanto ansiaba que me abrazaras.
Suerte…
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